30 AÑOS DESPUÉS Y SUMANDO 120 AÑOS.
Vía Félix Barroeta (Peña Sirio). Dos cordadas. Cordada
vintage con más de 120 años hará cumbre 30 años después. La otra no tan vintage
pero igual de recios.
¡Y casi no hacemos!
Si bien la suma de edades y hacer cumbre era el motivo de la celebración,
el protagonismo se lo llevo las condiciones meteorológicas.
Un detalle que dice todo, sólo había 1 coche en el parking.
¡Sólos en La Pedriza! ¿Por qué será?
Frío y algo de viento a nivel de parking. Organizamos
cordadas, la vintage: Alfonso y Luis, y la de bastante menos: Ángel y yo
(sustituyendo al escaqueado. Sí. Sí. Luego lo comento).
Presten ustedes especial atención al equipamiento de
los centenarios, especialmente al del Gran Maestre. No me acuerdo del nombre de
los modelitos pero salta a la vista que el forro no es de camuflaje y tanto el
pantalón como el gorro tienen algunas décadas. Faltó poco para que El Principe
se calzase las sportiva rígidas y cargase con sus mosquetones Bonetti.
Salimos del parking y a medio camino y ya entrados en faena
subiendo a Peña Sirio una voz dice: “¿Oye
chicos, estamos seguros de lo que estamos haciendo?”
Y alguien contesta: ¿Por
qué? Si sólo está nevando, hace un viento que se congelan los moquillos y la
sensación térmica es de -10 ºC.
Equipados y calzados empieza Alfonso su intrépida ascensión
y a 10 metros en el 1er largo (III+) comenta Luis: “¡Ay va! Que no puedo deshacer el nudo. Que te suelto y que te lleves la
cuerda.” Y Alfonso sigue cual mulo arrastrando 10 metros de cuerda y un
mogollón de nudos al final. Quiere chapar pero claro, ¡para qué, si nadie le
asegura!
Le sigue su sexagenario compañero Luis haciéndose un solo.
Si es que son como niños. ¡peor!
Reunidos todos en el árbol ante la fisura, echando unas risas y aprovechando que el equipo centenario se afana en deshacer los nudos, un servidor, el miembro más joven de la expedición y animado por su compañero Ángel, se adelanta y se lanza a por ella.
Bien asegurado por Ángel y metidos un par de friends,
aprieto puño algo helado, encajo brazo izquierdo, subo el pie derecho y me
lanzo a por el pico salvador. Ya estoy fuera. Reunión algo precaria. Sube Ángel
y tras él, Luis encabezando la otra cordada. Con resoplidos y no sé cuántos
cagüen ros por el supuesto grado de la fisura, alcanza la reunión para asegurar
a su compañero Alfonso que debe tener mucho, mucho cuidado porque de él depende
nuestra hidratación en cumbre.
Si hasta ahora estábamos a sotavento protegidos por la roca,
a partir de ahora el azote de la nieve y ventisca iba a suponer un plus para
manos, gatos y partes descubiertas del cuerpo. No para el Cava, claro.
Ángel toma nuevamente la delantera y con firmeza y seguridad
como es usual en él, encadena esos 30 m sin la posibilidad de meter algo. IV,
pero no te caigas.
Llegados todos a la penúltima reunión y sin visibilidad más
allá de 100 metros hacemos frente al último largo.
Entre que a los gatos no se les puede acoplar unos crampones, que las manos dicen que va a apretar tu tía, los mocos son estalactitas y los
amigos descojonándose, llegar a cumbre ha sido toda una proeza. Eso sí, con
recompensa de buen Cava, alegría, buen humor y galletitas de chocolate.
Selfie de Luis |
Pero aquí no acaba la cosa. ¡Hay que bajar! Que casi es más
difícil que subir dadas las condiciones.
Y todos sanos y salvos, con la ilusión de haber acompañado junto a Ángel a
esa cordada centenaria a la cumbre y con una cerveza en mano, hasta la próxima.
Mención al escaqueado (dijo que tenía trabajo). Creemos que
vistas las previsiones decidió hacer horas extras en el trabajo. ¿Quién? Manget.
Si. Si. Ese del 8.000. Habría que verle en estas condiciones. Je,je. Saludos.
Un servidor, Iñaki.